La pieza del mes en la BTNT

A Journal of the Plague Year, by Daniel Defoe

Más de medio siglo después de que la epidemia azotara Inglaterra, Daniel Defoe publicó El diario del año de la peste (1722). Lo hizo movido por un nuevo brote que se declaró en Marsella. Ese mismo año publicó Moll Flanders, cuya protagonista era una ladrona adúltera, un personaje entre el Lazarillo y Madame Bovary. Tres años atrás había dado a la imprenta Robinson Crusoe, la historia de otra desgracia, la de un individuo (y no una ciudad) frente a la tragedia.

No es la única coincidencia con la historia del náufrago. También el Journal of the Plague Year es una ficción con apariencia de verosimilitud. Defoe debía tener cerca de cinco años en 1665, cuando la epidemia de peste asoló la ciudad de Londres y otras partes de Inglaterra, incluida la universidad de Cambridge (lo que por cierto permitió a Newton retirarse a Woolsthorpe, donde vivió su annus mirabilis).

Detalle de una pintura de 1666 del gran incendio de Londres de un artista desconocido, representando el incendio como pudo haber sido observado desde un barco. Dominio Público

Así que estamos ante una reconstrucción retrospectiva, un relato quizás más histórico que periodístico, dominio en el que Defoe es un referente obligado. La viveza de la narración pone al lector frente a los hechos de manera inmediata. Defoe es un maestro de la escritura desnuda, sin afectación, alejada de los cánones neoclásicos que reinaban entonces. Formado en Newington Green, una academia disidente, su estilo está vinculado a las estrategias literarias de la nueva filosofía experimental, el habla sencilla de los comerciantes y los artesanos, ese lenguaje “sólido y cristalino como un diamante”, ajeno al “truco de las metáforas” (según dijeron en su día Robert Boyle y Thomas Sprat, respectivamente).

Pero al margen de sus virtudes literarias y las conexiones que permite hacer con la historia de la ciencia y la cultura en la Inglaterra de la Restauración, la actualidad rabiosa del texto procede, obviamente, de las muchas semejanzas y las muchas lecciones que podemos extraer de su lectura en estos días de pandemia.

Journal of the Plague Year, written by a citizen who continued all the while in London. Daniel Defoe

Es impresionante observar las mismas escenas de desolación que pueblan nuestra pantallas, cómo la resistencia a reconocer la tragedia dio paso al miedo colectivo y cómo al horror de las más de 10.000 muertes semanales en septiembre de 1665 le sucedió la imprudencia de quienes se relajaron demasiado pronto. Defoe recoge los registros, enumera los casos y las formas de contarlos. Procedente de Holanda, la epidemia se inició en la parroquia de Saint Giles (Candem, en el West End londinense), desde donde su extendió como un ángel fúnebre sobre una ciudad que vivía con un cierto esplendor la restauración de la monarquía de los Estuardo tras los años de Cromwell, el Protectorado y las guerras civiles.

Fotografía de Galdós
A street during the Great Plague in London, 1665, with a death cart and mourners. Wellcome Images, CC BY-NC-SA

Los charlatanes, las píldoras milagrosas, los curanderos y los astrólogos, pero también los héroes, los mendigos, los médicos, las madres, los vecinos y los amigos solidarios encuentran cabida en ese reportaje, levantado con maestría y sin aspavientos de ningún tipo.

Hay una edición castellano, con fabulosa traducción de Carlos Pujol (Alba, 2006). Pero no la tenemos aún en la TNT. Tenemos en cambio la original y en línea, un formato muy adecuado para la lectura remota, la distancia y el aislamiento a los que estamos obligados. Se aprecia el inglés, primitivo y efectivo, maravilloso en su simplicidad, que utiliza Defoe para dibujar este retrato de una ciudad asolada que tan familiar nos resulta hoy a tantos ciudadanos del mundo. Esperemos que al final, como entonces, no haya incendio, el terrible colofón que hizo arder la ciudad de Londres. El fuego atrapó a innumerables enfermos y supervivientes y puso punto final a la epidemia, un episodio cruel y redentor que parece extraído del Antiguo Testamento.

Juan Pimentel
Instituto de Historia (CCHS-CSIC)


Fotografía de Galdós

Fotografía ilustrada por Elizabeth Brockway/The Daily Beast/Getty/Public Domain


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