Catálogo de la exposición

Libros y revistas

 

Instrumentos

 
  • Quimógrafo boulitte.Este quimógrafo de laboratorio se fabricó en París en el establecimiento Boulitte. El cilindro giratorio se recubría con papel ennegrecido con humo de vela. Sobre el papel, una aguja iba retirando el humo y dibujando una gráfica. El informante hablaba por una bocina, conectada al mecanismo por medio de un tubo de goma y una membrana. Las vibraciones de la membrana se transmitían a la aguja, que iba trazando sobre el papel el quimograma.

  • Quimógrafo de campo. Se trata de un quimógrafo portátil que utilizaban los investigadores del Centro de Estudios Históricos en sus trabajos de campo. Tiene tres agujas inscriptoras. Una de ellas permitía trazar una gráfica de los cambios de presión del aire en la cavidad bucal, otra de los cambios de presión en la cavidad nasal, y la tercera registraba las vibraciones de la laringe. Se utilizaban olivas para conducir la corriente de aire desde la nariz, y se fijaba sobre el tiroides una cápsula de caucho para registrar las vibraciones de las cuerdas vocales.

  • Fonógrafo de Edison. En 1881, Edison inventó el fonógrafo, que operaba la transformación de la energía acústica en energía mecánica, y permitía registrar y reproducir el sonido. Este modelo (Edison Concert Phonograph) se empezó a fabricar en 1890. La señal acústica se grababa en surcos impresos en un cilindro de cera. Para escucharla, una aguja unida a un audífono iba recorriendo los surcos y reproduciendo el sonido. El Centrto de Estudios Históricos adquirió este fonógrafo para hacer las grabaciones del Archivo de la Palabra.

  • Gramófono. La inscripción de la voz sobre cilindros de cera dio paso después a la grabación en surcos impresos en discos de ebonita. El Centro de Estudios Históricos acordó con la Columbia Graphophone Company de San Sebastián la instalación de sus equipos en la Sección de Filología para fabricar y grabar los discos del Archivo de la Palabra. Este gramófono se adquirió para reproducir esos discos.

  • Manómetro de llama. Rudolf Koenig inventó el manómetro de llama en 1862. Este instrumento recogía la onda sonora en un cono conectado con un diafragma de goma que daba entrada a una cápsula cerrada. Dentro de la cápsula había gas inflamable. El diafragma de goma dosificaba el flujo de gas, y la altura de la llama se iba modificando en función de los cambios de presión de la onda sonora. Un prisma revestido de espejos reflejaba una secuencia de las variaciones de altura de la llama.

Materiales de archivo

 
  • Placas de vidrio. Surgen en el siglo XIX y se proyectaban en una pantalla por medio de una “linterna” con un carro deslizante, que las colocaba dentro y fuera del aparato, de manera similar a las actuales diapositivas. Los soportes de plástico sustituyeron a estas las pesadas placas de vidrio.

  • Libro de registros del Archivo de la Palabra y de las Canciones Populares. En este registro Tomás Navarro Tomás recogía de forma detallada la entrada de materiales al archivo: fecha de adquisición, editor, número, título del registro sonoro y ejecutante.

  • Discos de baquelita. Los trabajos del Archivo de la palabra tuvieron cuatro líneas maestras bien definidas: el uso de la lengua española en su expresión cotidiana y en su vertiente artística, la riqueza lingüística y dialectal del castellano en la península ibérica e Hispanoamérica, la recopilación del folklore a través de grabaciones, y por último grabación de los testimonios de personajes ilustres de la época. Concretamente, estos discos de baquelita recogen las voces de Menéndez Pidal y Valle-Inclán. La baquelita fue el primer plástico totalmente sintético, y su uso superó a los discos de cera.